Hoy escribo sobre un tema del que me encantaría saber vuestra opinión. ¿Le dais muchas vueltas a sobre cómo estáis enfocando la educación de vuestros hijos? ¿Los valores que queréis inculcarles? Es un tema que, esta semana, me ha estado bailando todo el tiempo en la cabeza.
Ya he dicho en numerosas ocasiones que soy madre de tres hijos, lo que creo que no os he contado nunca es que mi marido es profesor y de los buenos. No es amor de esposa, lo es objetivamente, porque cuando alguien pone el corazón, la cabeza, todo su empeño y le echa horas, muchas horas, pensando, maquinando y probando cosas nuevas para motivar y enamorar con el conocimiento a sus chavales, es buen profesor al margen de aciertos y errores. Punto.
Ayer, en una pausa de sus clases tomando un café, me contaba una anécdota que ponía de manifiesto cuán crueles pueden ser los chavales de hoy en día. No quiero dar detalles de los hechos en sí, pero el tema estaba relacionado con un alumno con una discapacidad. Y a mi se me hiela el corazón. Me quedo encogida de pena y angustiada.
Y le doy vueltas y vueltas y miro a mis hijos y pienso en qué vamos a hacer, qué estamos haciendo ya, su padre y yo para concienciarles, para llenar sus corazones del suficiente amor que les lleve a respetar, proteger y defender al más débil y se sepan defender también, si en su día son ellos el objeto de esa crueldad.
Y repito, no tengo respuesta, sólo puedo hacer lo que a mí me han enseñado, dar ejemplo. Que mis hijos vean en mí a alguien que respeta al prójimo, que hace vida aquello que predica, que no se impacienta ante la lentitud de alguien que tiene dificultades (Dios mío, qué trabajo tengo conmigo misma), que mira con cariño al quiosquero que tiene el rostro completamente desfigurado. Eso, y rezar para que se parezcan a su padre, corazón bonito donde los haya. Sí, tengo un trabajo conmigo misma ingente… (me lo repito tipo mantra, yo, que soy la impaciencia con piernas)
Y es que creo que la educación es algo tan complejo y tan simple a la vez como la coherencia. ¿Queremos hijos trabajadores? Que nos vean pelarnos los codos sin remoloneos ni excusas ¿Queremos hijos enamorados de la lectura? Que nos vean leer… ¿Queremos hijos con un corazón grande? Escuchémosles, atendámosles, pongamos los cinco sentidos en comprender sus sentimientos y que no nos tiemble la mano cuando haya que corregir y enderezar rumbos, siempre en sentido metafórico, por supuesto. Somos sus padres, su referente, la vara de medir todo su pequeño mundo.
Es a lo que me lleva esta reflexión. ¿Estáis de acuerdo? ¿Se os ocurre qué más podemos hacer? Porque es una responsabilidad inmensa y una empresa grande y trascendente…
Os dejo un vídeo que ilustra muy bien el tema del post.
La foto de la portada es de la pintora Julia Fersan, aquí.
Noemí
24/10/2015 at 19:58 (8 años ago)Querida Lorena, yo también pienso a menudo sobre el ejemplo que somos para ellos, para bien y para mal, porque en estos años lo somos todo, nos quieren, nos admiran, y nos imitan… Y cuanto me cuesta a veces controlarme, explicar en vez de chillar, sonreir y escuchar en vez perder los nervios, entender y comprender, y ser consciente de que, como tú bien dices, no podemos pedir y esperar que hagan o sean algo que nosotros no hacemos o somos…
Pero también quiero darles un voto de confianza a nuestros hijos, yo no tuve una infancia ideal, pero aprendí que había patrones en mi vida que yo no quería ni iba a repetir cuando fuera mayor, y ésa es mi mayor lucha, no ser lo que me toca ser por genes, por lo que recibí, o por lo que no recibí, sino ser quien quiero ser, y esperar que mis niñas se queden con lo mejor de sus padres, y que mejoren aquello que puedan!
Una gran amiga me dice siempre: «Noe, son capas de cebolla, cada buen mometo, cada rato compartido, cada problema superado… Añadimos una capa más a nuestros niños…Son frágiles, pero vamos poniendo muchas, y al final haremos de nuestros hijos unas personitas fuertes y valientes»
Supongo que ésa es la gran aventura de ser madre.
Lorena Valera
26/10/2015 at 09:47 (8 años ago)Claro Noe, es que una cosa es la teoría y luego está el día a día, con sus prisas y problemas. Pero lo importante es tener claro qué queremos para nuestros niños, saber el rumbo. Luego ya vamos haciendo lo que podemos. Creo que una lección que te enseña la maternidad es que no somos perfectas, ni falta que hace. Mientras haya amor en casa y ganas de hacerlo lo mejor posible, el resto ya va viniendo. Creo que es muy importante, en una sociedad tan cruel con la mujer como ésta, saber que hemos de ser más benévolas con nosotras mismas, perdonarnos por no llegar a todo y tener claro que si nosotras estamos bien, nuestros hijos estarán bien.
Un besote preciosa!!!
Yolanda
28/10/2015 at 16:10 (8 años ago)Lorena,
Yo no, no le doy muchas vueltas a cómo estoy educando a mi hijo, ni qué valores inculcarle. Y parece que está creciendo muy bien, muy curioso por todo y buena persona. No me van ni las charlas, ni los libros, ni las clases de padres, ni el darle vueltas a las cosas, las cosas surgen y es ahí, en el un-dos-tres ahora qué hago o respondo, cuando ves si le estás ayudando a crecer con bondad o no.
Siempre me ha sonado muy mal la palabra deficiente, y a mi peque siempre que he tenido la oportunidad, que normalmente es en la calle cuando vas andando y tienes de cara a una persona con minusvalía o cualquier discapacidad, le he explicado que es una persona que tiene una discapacidad, que algo no le funciona bien, pero que tiene supercapacidades, cosas que esa persona seguro que hace, piensa o sabe mejor que él. Y él siempre se queda con las ganas de ir a preguntarle cual es ese «superpoder»! Creo que pronto nos tocará acercarnos y ponernos a hablar con cualquiera de esas personas.
Dicho esto, transigencia cero. No puedo permitir ni una risa, ni una mofa, ni un yo-si-puedo y tú no. No soporto esas madres que cuando los niños, curiosos, señalan y preguntan porqué esa niña va en silla de ruidas y se le cae la cabeza hacia un lado, les hacen callar y los apartan. No, eso es girar la cara, eso está feo. Eso, todos hemos tenido el impulso de hacerlo, y eso es justamente, en el un-dos-tres y ahora qué hago, lo que no debemos hacer.
Y sí, sí que nos miran nuestros hijos, la pena es que también miran a otros niños y otros adultos, y como sociedad, en lo relativo a cuidar y ayudar a esas personas, tenemos un cate enorme!
Lorena Valera
29/10/2015 at 09:09 (8 años ago)Gracias Yolanda por tu opinión! Creo que en el fondo todos pensamos y «proyectamos» la educación de nuestros hijos. Otra cosa es que no nos sentemos con lápiz y papel a elaborar una estrategia, pero cada decisión que tomamos, desde qué tipo de ocio queremos para él,colegio,horarios… responde a una forma de hacer aunque sea de forma inconsciente. A mi esa anécdota simplemente me hizo parar y reflexionar. Pero no, tampoco tengo un esquema de valores en la nevera tipo programa electoral.
En cuanto a la palabra deficiente, para mi no tiene una connotación negativa, expresa una realidad y es que la persona a la que me refería en el post realmente tiene una falta de eficiencia o de capacidad dentro de las consideradas normales, pero eso no implica que sea una persona completa en cuanto a dignidad y por tanto merecedora de todo el respeto. Por eso me dolió tanto la actitud de sus compañeros y de ahí el origen de este post. Y por supuesto transigencia cero, completamente de acuerdo!!!
Un beso preciosa!