Esta semana me he reincorporado al trabajo al 100%, ya voy a la oficina y mis horarios han vuelto a ser lo que eran. Y pese a los madrugones, lo pulverizada que llego a la noche y la vuelta a la rutina os tengo que decir que ¡bendita normalidad!
Este post empecé a escribirlo con la idea de publicarlo de una sola vez, pero cuando escarbas en lo que tienes en el corazón salen tantas cosas que o bien decides publicar una Biblia o dividir. Y yo he dividido. Esta es la primera parte de un bombardeo de lecciones que yo he reaprendido en estos meses, y digo re porque no os creáis que os voy a hablar del descubrimiento de la pólvora, todo lo tenemos más que oído y seguro que experimentado pero de vez en cuando va bien resituar esta vida loca que llevamos. Igual en unos estáis de acuerdo y en otros no pero al final esto es como la vida misma, es recorriendo el camino cuando aprendemos del camino mismo.
Estaréis conmigo en que es en épocas de excepción cuando se aprenden las lecciones más valiosas porque es cuando exprimimos todo nuestro potencial. Nos vemos obligados a salir de nuestra zona de confort, tenemos que afrontar miedos por obligación y sentimos de una forma mucho más sensible todo el bien que recibimos y todo el que no. Así que allá va!
1.- No importa cómo de malo sea el obstáculo, la clave de todo es la actitud con que lo afrontamos. Seguro que estáis hartos de escucharlo, la actitud lo es todo. Pero es que amigas, así es!!! Cuando a mi se me «reveló» el panorama, mi mundo se vino abajo. De repente me encontraba con un embarazo que llevar adelante (yo los llevo psicológicamente fatal), un posparto y luego una cirugía que me aterraba. 3 meses tardé en procesarlo, 3 meses de lloreras, de apatía, de disculpas a mis hermanas por contarles siempre las mismas penas (que yo puedo ser muy cansina, en serio) las pobres ya no sabían ni que decirme por whatsapp en nuestras conversaciones nocturnas. Hasta que mi cabeza hizo click (o mi marido me dio un simulacro de colleja, no lo recuerdo bien) y empecé a compartimentar. Me dije que una cosa tras otra, que primero el embarazo y luego ya iríamos viendo y así remonté. A veces es mucho mejor centrarse en el árbol que en el bosque entero, metas pequeñas y asequibles. Vivir hoy con las preocupaciones de hoy, de las de mañana ya nos ocuparemos mañana.
2.- No hay mal que 100 años dure. Obvio ¿verdad? pues cuando te encuentras con el marrón creedme que no es obvio en absoluto. Cuántas veces hemos pensado tras un parto que jamás volveríamos a dormir del tirón, o cuando pierdes a alguien a quien amabas mucho y piensas que nunca dejará de dolerte el corazón. Y lo haces, y el tiempo pasa y todo vuelve a su sitio. La talla también, que yo conozco a más de una que ha tirado/regalado toda la ropa pre-embarazo y luego se ha visto en braguichuelas, mujeres de poca fe!!!! Agarrarse a las certezas racionales es una buena manera de echarle valentía a la vida, las emociones son necesarias, nos humanizan, pero o la razón las guía en momentos de descontrol o podemos agrandar problemas que no eran tales. Yo he pasado por 12 cirugías y os prometo que cuando me encontré esta vez en mi casa colgada de las dos muletas estaba convencida de que no volvería a andar sin ellas, porque dónde todo el mundo veía dos palos yo veía un muro infranqueable de libertad (muy dramaqueen yo…) pero oye, convencida absolutamente. De momento ya he dejado una porque soy una machota como diría mi padre…
3.- No somos tan importantes como creemos. Y a ver como os cuento esto para que se entienda bien. Cuando la vida te golpea te sientes herida, vulnerable y ese dolor pasa a ser lo primero en tu vida. Necesitas del cariño de los tuyos, buscas que te reconforten, que te abracen, que te digan que no estás sola y en las muestras de calor encuentras los ánimos y las fuerzas para reponerte. El problema viene cuando ese calor no llega de quien esperabas que lo hiciese. Y ay amigas… te llevas unos tortazos que duelen como demonios. Una vez pasa la decepción recolocas prioridades, es humano y lógico. No hablo de rencor para nada, simplemente asumes que no eras tan importante en la vida de esas personas como creías y no pasa nada. Si has echado de menos las visitas o las llamadas de alguien muy querido, eres humano, yo he echado en falta muchas y no señores, el whatsapp no es sustituto de un buen abrazo, pero no somos el centro del universo por muy mal que estemos. Todos tenemos nuestros problemas, nuestras preocupaciones, quizás esa persona que piensas que no se ha acordado de ti está teniendo un problema gordísimo del que no eres consciente porque estabas demasiado centrada en el tuyo propio, la vida es muy rica como para cerrar puertas porque crees que no han estado a la altura contigo. Cuántas veces no habremos cometido esos mismos errores nosotras con gente a la que queremos mucho ¿verdad? La humildad es así, que se aprende a cañonazos.
Y aquí termino la perorata por ahora que me enredo y puedo seguir hasta el infinito. La segunda parte ya para la semana que viene.Os prometo que el siguiente tema será menos intenso, pero esto es lo que llevo ahora en la cabeza y en el corazón, y como buena bitácora, yo he venido a hablar de mi libro y chimpun!
PD: La caramuerta de la portada soy yo tres días después de la intervención, que sepáis que ha sido un acto de extremada valentía poner una foto mía, pero ya puestos a alcanzar metas, ahí va una de las mías. Para el siguiente post lo mismo pongo otra recién parida y así ya os caéis muertos del todo…
Marta
10/11/2017 at 14:14 (5 años ago)Pues como dice tu padre… Eres una machota! Tienes toda la razón en lo que dices! Gracias por compartir!
Ingrid
11/11/2017 at 09:12 (5 años ago)Bravo Lorena! Nos haras machotas a todas!! Muchos besos!!
Cristina
12/11/2017 at 12:35 (5 años ago)Eres grande!!!! Sigue así, un besazo enorme